martes, mayo 30

Educándose

Hoy llegué a casa, volví a salir para comprar cigarrillos, me serví un vaso de coca y me pasé cuatro horas mirando tele. No es terapéutico, simplemente uno se olvida de sí mismo, de los demás y de todo el resto. Y sin ningún esfuerzo. Y sin drogas. Cuando apago la tele, el mundo, vuelve, solo que unas horas más tarde.

Mientras pensaba todo esto con una levísima sensación de culpa frente a una mujer descuartizada en SCI , pensaba en las ratitas. Si pudieran ver en 2D, científicos del mundo harían pruebas donde unas ratas bien alimentadas y con la frecuencia justa de zapping, mirarían tele hasta morir. Después encontrarían gemelos separados al nacer y descubrirían el gen de la tv y cada uno, con un simple análisis de sangre, podría suscribirse a un plan de cable realmente personalizado. Nadie tendría escapatoria. El Apocalipsis va a llegar.

Pero, por otro lado, pensaba, aunque parezca increíble, en Martin H y sus stimmungs fundamentales, como el aburrimiento. La tele no es aburrida, simplemente, saca el aburrimiento sin que se aleje el mundo. Es un aburrimiento que no aburre. Realmente es, de alguna manera, la animalidad en nosotros, algo así como que el cerebro, frente a imágenes en movimiento, queda tildado, finalmente quieto. Rara la tele.